Montevideo.– El expresidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, falleció este martes a los 89 años, víctima de un cáncer de esófago que se había agravado en los últimos meses. La noticia fue confirmada por el actual presidente, Yamandú Orsi, quien lamentó profundamente su partida.
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica”, escribió Orsi en la red social X, antes Twitter. “Te vamos a extrañar mucho, viejo querido”.
Mujica, símbolo mundial de sencillez, había anunciado en enero que su enfermedad era irreversible. “Estoy condenado, hermano. Hasta acá llegué”, dijo con su característico realismo.
Del fusil a la presidencia
Nacido en Montevideo en 1935, Mujica fue guerrillero, preso político durante doce años, y más tarde, líder del Movimiento de Participación Popular. En 2010 asumió la presidencia de Uruguay, y desde entonces el mundo quedó cautivado por su estilo único de gobernar.
Vivía en su modesta casa rural, manejaba un viejo Volkswagen y donaba gran parte de su salario. “No soy pobre, soy sobrio”, solía decir para explicar su forma de vida. Su autenticidad le valió el apodo de «el presidente más pobre del mundo».
Un legado que trasciende fronteras
Durante su mandato promovió leyes progresistas como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y el uso recreativo del cannabis, convirtiendo a Uruguay en referente global de políticas sociales.
Su legado no solo se mide en reformas, sino en su forma de estar en el poder: sin lujos, sin poses, sin corrupción. Fue un político que desafiaba con el ejemplo.
Su historia inspiró libros, discursos y hasta un documental: El Pepe: una vida suprema, dirigido por Emir Kusturica y estrenado en el Festival de Venecia.
Hoy, Uruguay y América Latina despiden a un referente moral. Un hombre que eligió vivir con lo justo, para ser libre. José Mujica deja un vacío inmenso, pero también una huella imposible de borrar.